Permítanme la licencia: Corría el año 2.000 cuando un Atlético de Madrid en Segunda división, se ayudaba en este lema para levantar el ánimo de su alicaída afición y apelar al sentimiento para explicar lo inexplicable: el hecho de ver a todo un TOP pululando por los campos de segunda división. ¿Habéis visto el nuevo anuncio de Amazon? Os lo recomiendo, la empresa que representa la “deshumanización” más extrema en el comercio minorista, apela en su nueva campaña publicitaria televisiva al componente social y personal de la marca, reforzando la idea de que detrás de cada transacción on line, hay un sentimiento.
Apelar al sentimiento, al corazón, mueve montañas, los ejemplo actuales e históricos son variados y de distinta naturaleza, pero en todos siempre coexiste un componente de corazón ganas y orgullo, que revuelve situaciones y justifica como la carencia de lo anterior provoca estrepitosos fracasos. Hablo de componente, no de exclusividad, el corazón, por ejemplo sin otros muchos factores provoca un resultado gaseoso, y al contrario, de nada sirve un proyecto faraónico bien desarrollado y calculado al milímetro, sino hay detrás personas que se abrazan a una idea o visión y se alinean para conseguirla.
Y lo digo ahora, que estamos inmersos en la época de la digitalización, automatismo e inteligencia artificial, y donde parece que lo humano, queda o va a quedar a un segundo plano.
Sentimos los efectos de la transición a una nueva época, donde los cambios constantes de paradigmas provocan una sensación de vivir en un ecosistema absolutamente inestable. Hoy todo es copiable, los servicios los productos están muy próximos a entrar en el nivel coste marginal= 0 y el concepto de ventaja competitiva ha quedado totalmente desfasado.
¿Dónde queda ahora el sentimiento, la fuerza del componente humano? Aunque suene retorcido, para mí queda en el centro. Nos formamos a todos los niveles, hacemos esfuerzos por adaptarnos a nuevos entornos, evolucionamos pero cuidado…. somos personas, y por mucho que se empeñen algunos no vamos a desaparecer. ¿Qué marcará la diferencia?
La digitalización es el medio no el fin y actualmente el concepto suena como un mantra de cambio continuo y evolución necesaria, no lo dudo, pero os invito a que sistemáticamente en su aplicación utilicéis el mantra del “sentimiento” que no por antiguo, resulta muy eficiente y de rabiosa actualidad.
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